El PP convenciéndose a si mismo

Desde hoy viernes hasta el próximo domingo, el Partido Popular celebra su convención anual en el pabellón 2 de IFEMA. En este congreso el partido sentará las bases para acudir en condiciones a las próximas elecciones generales y perfilará su actuación a futuro de los próximos años.

Con la tranquilidad y a la ver, la euforía, que otorga el sentirse respaldado por el electorado que según las encuestas da al PP pocas décimas de diferencia respecto al PSOE, se celebra este congreso con todo el boato que merece la ocasión.

Es una autoafirmación de que con la oposición de dureza les va bien. España, según ellos, no va bien, pero el PP si va bien. España no va bien pese a que el Partido Popular lucha para que vaya bien, pero es el clásico imcomprendido del pupitre de atrás, el de la fila de los gordos con gafas a los que los guays tienen manía.

La Convención Nacional no trabaja "ni para el pasado ni para el presente", sino para el futuro, y nosotros añadimos: para poder estar otros 8, 12 o 16 años en el poder. Obviamente cada partido sabe en sus entrañas que lo hará mejor que el competidor, sino no tendría razón de ser.

Pero el PP tiene aún sin curar las heridas del 11-14M. Quizás sea una buena oportunidad para cerrar filas, y de verdad, olvidar el pasado. Pero el pasado sigue ahí, entre otras cosas porque parece que los antiguos pesos pesados no acaban de irse: Fraga, Aznar, y quién sabe si Rajoy ya debería estar jubilado y ser parte del pasado.

Gallardón, el escondido de futuro, o el apartado del presente, en esta ocasión no brilla. Quedaron claras las posiciones del partido en aquellas elecciones del PP madrileño, y resultó obvio su relego a un segundo plano. Pero Gallardón sería una buena apuesta de futuro, visto como bueno por el electorado centrista, y como menos malo por el izquierdista. El problema es que el seno plenamente liberal del PP no lo ve con buenos ojos.

Rajoy entre tantas aguas, rema con optimismo, sin mojarse la barba ni volver a montarse en helicóptero, pero teniendo que respetar las ideas de la FAES, es decir, de Aznar, de no molestar demasiado a la derecha radical, muy al contrario les da alas con su anticatalanismo, su férrea lucha contra la negociación terrorista y su decidida apuesta por la oposición radical.

No pasaría nada por reconocer errores como la Guerra de Irak o o la gestión del Prestige. Si el pasado es pasado, es mejor dejarlo atado y que no contamine el futuro. El orgullo de no pedir perdón solo conduce a no ser perdonado.

El acercamiento al diálogo merece simpatía, y eso es lo que se ha escondido durante 8 años detrás de un bigote. Y aunque no lo crean, no perdieron por el 11M sino por el alejamiento y el poco respeto al ciudadano, del que esos días dieron una demostración práctica.

Me temo que si no imploran perdón, no serán perdonados y aún les quedarán 6 años más de oposición, al menos. Pasado solucionado, como viga para el futuro, no valen solo movimientos escénicos para intentar autoconvencerse.

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